Fuente: Heraldo de Aragón, miércoles 14 de diciembre de 2016, pág. 24.
La implantación original del tranvía, a principios del siglo XX, posibilitó el crecimiento de la ciudad. Hoy, las nuevas líneas pueden contribuir a la regeneración de los barrios.
Las ciudades han manifestando cambios en su forma urbana, generalmente aumentando su tamaño conforme se han implantado los distintos modos de transporte, siendo más reconocibles estas transformaciones cuanto mayor ha sido la interrelación del modo de transporte con la ciudad. Con la revolución industrial, apareció el ferrocarril. Hasta ese momento, a mediados del siglo XIX, las ciudades tenían una dimensión tal que los trayectos de sus habitantes raramente superaban una hora a pie. Pero la demanda de mano de obra que supusieron el ferrocarril y las industrias auxiliares trajo consigo un importante crecimiento, creando espacios para la industria y nuevos barrios residenciales.
Fue de este modo como Zaragoza, situada en un privilegiado cruce de caminos, vivió uno de sus mayores desarrollos urbanos. Las compañías ferroviarias contaban con cierta libertad para ubicar sus estaciones y lo hicieron en función de su procedencia, sus intereses mercantiles y las limitaciones de la orografía del entorno. Esto supuso que las distintas estaciones se situaran en enclaves separados del extrarradio de la ciudad. Así, se construyeron: la del Norte, en el barrio del Arrabal, la del Campo Sepulcro, en las Delicias, la de Cariñena en sus proximidades y, finalmente, la de Utrillas en San José y la de Caminreal o Delicias donde actualmente se ubica la estación intermodal. (más…)