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La importancia de los regadíos (Artículo Heraldo de J. Lorén y A. Acero)

TENDEMOS a olvidar la importancia de algunos actos cotidianos. Nos referimos al hecho de alimentarnos. La mayoría de nosotros comemos entre tres y cinco veces al día; sin embargo, no nos paramos a pensar de dónde han salido los alimentos ni cuál ha sido su modelo productivo. Detrás de los alimentos hay un trabajo serio, continuo y muy responsable de los productores, tanto de alimentos frescos como transformados. Para la producción de cualquier alimento hace falta agua. Muchos tienen su origen en los secanos, pero es el regadío el que hace una aportación y uso del agua más eficiente. El regadío es seis veces más productivo que el secano. Con el 15% de la superficie agrícola mundial, el regadío produce el 60% de los alimentos.

En España ha aumentado la superficie de regadío (el 13% de la superficie agrícola útil es de regadío) en las últimas décadas, pero sobre todo se han modernizado los sistemas de riego con un importante desembolso económico de las administraciones y de los regantes. Fruto de ese esfuerzo, en 2014 el 47% de la superficie de regadío era de riego localizado (por goteo), el más eficiente (85-90%). Este tipo de riego permite conseguir más cosecha con menos consumo de agua, al hacer una distribución más uniforme y eficiente. Además, se puede alimentar a las plantas mediante la ‘fertirrigación’, en función de sus necesidades, consiguiendo el ahorro de fertilizantes y disminuyendo los impactos ambientales producidos por la lixiviación de nitratos. En otros países europeos los porcentajes son inferiores: Portugal, 32% de la superficie de regadío; Italia, 14%; Francia, 4%; Alemania, 2%. En Israel llega a un 75%. El riego por aspersión también es más eficiente que el riego a manta y supone el 22% de la superficie de regadío española; y más del 90% en Alemania y Francia. Una parte sustancial de la superficie –1.077.000 has– son regadíos anteriores al año 1900; el resto se han hecho en el siglo XX, con participación de la iniciativa pública (52%) y privada (48%).

Desde fuera de Aragón, se tiene la percepción (la aparición periódica de las riadas en los medios de comunicación ha contribuido a ello) de que en esta tierra llueve mucho y tenemos grandes excedentes de agua. La realidad, sin embargo, es otra. En gran parte del territorio aragonés, el clima es semiárido, llueve muy poco y los rendimientos de los cultivos son exiguos. Todo ello ha llevado a la despoblación: 10 hab/km2 frente a 25hab/km2 en las zonas de regadío.

En España tenemos una capacidad de embalse de 43.000 hm3 de agua en unas 1.500 presas. A principios del siglo XX solo podíamos almacenar 96 hm3. Esta agua se utiliza mayoritariamente para usos agrícolas, seguidos de industriales, de servicios y, por supuesto, para los ciudadanos. Sin los embalses tendríamos en muchas zonas serios problemas de abastecimiento en las épocas de estío. Conviene recordar que la ciudad de Zaragoza consume el equivalente a la capacidad del embalse de la Tranquera, es decir, unos 70 hm3 de agua.

El agua no solo es esencial para la supervivencia biológica, sino que es una condición necesaria del desarrollo y sostenimiento de la economía y de la estructura social. «El agua no es solo una mercancía, es un imperativo central de la supervivencia, sostenimiento, continuidad y vida de la comunidad» (Utton, 1985).

Frente a la insistencia por algunos de que las obras de modernización de regadíos no cumplen la Directiva Marco del Agua en la cuestión relativa al ahorro de agua, queremos indicar, en primer lugar, que dichas obras han contribuido a aumentar la productividad por litro de agua consumida. Las políticas de modernización de regadíos han supuesto, en el período 1950-2010, un ahorro por hectárea de un 21% de agua (Corominas, 2010), acompañado de un notabilísimo incremento de los costes energéticos.

Ante el crecimiento de la población del planeta y la limitada disponibilidad de suelo agrícola, hemos de plantearnos, como dice Sarbjit Nahal, estratega de Bank of AmericaMerrill Lynch, que hemos de producir más por cada gota de agua consumida: ‘more crop per drop’. Y este gran reto se está consiguiendo desde hace ya varias décadas, en muchos casos, con plantas que producen más por litro de agua consumida y con tecnologías del riego que permiten ser más eficientes en el uso del agua y, por tanto, consumir menos por tonelada de alimento producido.

Javier Lorén Zaragozano es presidente del Consejo
de Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas de
España; Alejandro Acero Oliete es subdirector de la
Escuela Universitaria Politécnica de La Almunia

 
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